De nuevo…

Que no sea por intentarlo. Después de más de un año sin escribir de manera regular, me propongo volver a empezar. No es que no haya habido nada sobre lo que escribir, es que el libro de mi vida dio tal vuelco a lo largo del año pasado que me ha costado mucho volver a coger el hábito de escribir. No prometo nada a nadie, sería una estupidez, pero sí me prometo a mí misma no dejar morir este proyecto.

Felices proyectos nuevos para este año que empieza

¿Urgencias versus fútbol?

Hierven las redes sociales por el hecho comprobado de que el mejor modo de solucionar el colapso de las urgencias es una final  de Champions. Resurgen de las profundidades los mil y un fantasmas que acosan a los profesionales que ven como la saturación de la sala de espera de cualquier servicio de urgencias (hospitalario o de atención primaria) impide separar el grano de la paja y, lo que es peor, impide dedicar las energías (escasas, como todo) a los pacientes verdaderamente graves. Florecen las ideas de soluciones que parecen tan sencillas que nadie se explica cómo no hay gestor o político con arrestos para ponerlas en marcha y solucionar el problema para siempre. Y me pregunto…si fuera tan sencillo ¿no estaría ya arreglado? 112, atención telefónica, walk-in centres, planes integrales de urgencias, promesas/reclamos de aumento de plantilla, campañas de concienciación, extensas revisiones sobre impacto de intervenciones ya con años de antigüedad o más modernas, etc. etc.

Surgen en las redes sociales algunos de los repetidos mantras de culpabilidad, pues si supiéramos el culpable se acabaría el problema (¿no vivimos acaso en la sociedad de la culpa?) porque la culpa implica causalidad, aunque no siempre la causalidad conlleve culpa. Y ¿quiénes son los aspirantes a culpables?

  • ¿La culpa es del sistema porque no pone los recursos necesarios?. ¿La solución: abrir más centros de urgencias, poner más profesionales, abrir más horas?. Por cierto, tengo ganas de conocer a esa señora llamada «sistema», la de cosas que le diría.
  • ¿La culpa es de los pacientes que acuden por tonterías, saturan los servicios, cansan a los profesionales?. Bueno, solo unos pocos lo hacen voluntariamente (lo de acudir por tonterías, quiero decir), la mayoría acuden porque adolecen de la tan recurrida, útil y fantástica panacea para todos los problemas de salud y sanitarios: la educación sanitaria.
  • ¿La culpa es de los profesionales, de atención primaria porque derivan demasiado,  de urgencias hospitalarias porque se entretenien demasiado haciendo pruebas a todo el mundo, de los expertos que profetizan los peores males si no se acude rápido y corriendo a un centro médico, etc.?
  • ¿O son otros?

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Bienvenida

Fuiste una ficción, luego un sueño que se convirtió en anhelo y terminó en esperanza, para convertirse en frágil realidad que acuno en mis brazos. Ahora eres parte mi historia, un capítulo que empieza y no puedo saber como evolucionará. Un giro brusco en la narración de mi vida pues volteas todo lo que he sido, soy y seré. Sin ti casi sabía que sería, contigo no sé que seré.  Aún sin ser te acompañó mi ilusión, mis decepciones, mis alegrías, mis miedos, mis nervios, mis esperanzas; y ahora que eres, te acompaña mi felicidad junto con mis miedos y mis ilusiones. Espero estar a la altura de tus expectativas.

Bienvenida a la vida y a mi vida, mi pequeña.

Médicos y redes sociales.

A raíz del último examen MIR se ha desatado un curiosa polémica en relación a la relación de los médicos con sus pacientes a través de las denominadas redes sociales contemporáneas (léase Facebook, twitter, Instagram, google+, Linkedin, etc.). La pregunta en cuestión, que se hizo viral, la pueden encontrar comentada hasta en la prensa generalista. Detrás de esta proliferación de opiniones, noticias, bromas, memes, etc. se ha desatado un debate sobre el tema y diversas organizaciones han intentado dar respuesta a lrelación médico-pacientea cuestión (que como tal con toda seguridad no se estudia en las facultades de medicina). El último del que he tenido conocimiento ha sido éste, en el que participa una de las autoras del Manual sobre el Buen Uso de la Redes Sociales para médicos y estudiantes de medicina. En el comentario de Marian Jimenez Aldasoro (médica a la que conozco y admiro) se dice: «en el caso de las relaciones con los pacientes hay que mantener una “separación contundente” entre lo profesional y lo personal. “Igual que no eres médico de tu familia o amigos, tampoco puedes entablar relaciones personales con tus pacientes”«. Continuar leyendo «Médicos y redes sociales.»

Carta a futuros: «Y si…elijo medicina de familia»

Estimado/a colega a punto de escoger plaza en el MIR 2015, verás que en la lista que te dan hay una especialidad que cuenta plazas en cuatro cifras, la MEDICINA DE FAMILIA Y COMUNITARIA. Y se plantearás: «si hay tantas, será por algo». Estoy segura de que también te has pasado por los rankings de años anteriores. Y entonces has visto que los que han escogido medicina de familia no son precisamente los primeros. Y pensarás ¿será que es el premio de consolación?.

Pues bien, yo pienso de una manera muy diferente. Ser médico o médica de familia es un compromiso de futuro, un camino de valientes. No porque tengamos que lidiar con quienes creen que somos menos, sino porque tenemos que lidiar con la MEDICINA (sí, la medicina escrita en mayúsculas). Una compañera, ahora cirujana, me comentó en los días previos a mi propia elección: «yo nunca sería médica de familia, hay que saber demasiadas cosas«. En el fondo, escoger una especialidad que se dedica una parte pequeña del cuerpo humano es el camino fácil. El cardiólogo siempre sabrá que el 100% de sus pacientes tienen un problema de corazón (o no son para él, pero no tiene que averiguar dónde está el problema). Pero el médico de familia tiene a los pacientes, no importa cuál sea su problema. El médico de familia no tiene oportunidad de aburrirse de los que hace, siempre hay medicina que aprender, pacientes nuevos y problemas nuevos de pacientes viejos. Tantos pacientes y tantos problemas generan un número de combinaciones que deja en ridículo al protocolo o la guía mejor intencionada. Continuar leyendo «Carta a futuros: «Y si…elijo medicina de familia»»

Para salvar la medicina de familia, cambiemos la narrativa.

Después de leer este artículo, To Save the Humanities Change the Narrative, se me ocurre que tal vez ocurre algo similar con la Medicina de Familia. Si escuchamos fragmentos de las conversaciones, las publicaciones, las opiniones sobre la medicina de familia actual suelen estar llenas de dolor, de amargura, por lo que deseariamos ser y no somos. Que si la presión asistencial, que si no nos valoran lo suficiente, que si estamos quemados, que si el sistema es hospitalocéntrico, que si… que si… que si los estudiantes de medicina no quieren especializarse porque no tiene atractivo, etc.

Solemos apelar a las condiciones de trabajo (realmente muy malas los primeros años de profesión), el sueldo (que no es diferente del de los otros especialistas de la medicina pública, aunque no tenemos tanto campo en la privada), de estar continuamente en la trinchera de la atención sanitaria…en fin, seguro que cualquier lector dedicado a esta profesión puede añadir muchas más cosas.

Lo que nos cuenta el artículo es que las Humanidades iban y van, más o menos, por el mismo camino discursivo. Y que es posible cambiarlo. Si cambiamos el discurso podremos cambiar la realidad. Parece alucinante. Pero es real. Por lo tanto, ¿qué se nos ocurre hacer para cambiar el discurso en medicina de familia? Tal vez nos llevaríamos sorpresas. Por el momento, yo me niego a volver a hablar mal de la medicina de familia. Sí, hay muchas cosas que mejorar, pero para mejorarlas tenemos que cambiar nuestro propio discurso, creernos que esta profesión tiene muchas más cosas positivas que negativas. Inducir la relfexión, discutir nuevas formas de pensar la medicina de familia, proponer nuevas ideas para creernos, discursivamente, que podemos recrear una realidad diferente. No es un proyecto para ya, es un proyecto para una vida, o para dos, pero un proyecto ilusionante.

NOTA TÉCNICA: Y ¿qué es un discurso? Un discurso es, a la vez, una práctica textual, discursiva y social[1]. Cada uno de estos ámbitos se ve rodeado por el siguiente. Como práctica textual se compone de elementos lingüísticos, palabras, estilo, lengua, voces, y un agente productor del texto. El texto (el agente a través del texto) no es neutro sino que genera una opinión determinada, a favor o en contra. Como práctica discursiva, el discurso se enmarca en un contexto determinado (tiempo y lugar) y hay una relación entre el texto y el contexto, y contribuye a generar una acción social en ese mismo contexto. Como práctica social, el discurso no solamente refleja las estructuras y relaciones sociales, sino que contribuye a su creación y mantenimiento. Por lo tanto, el discurso no es solo reflejo de lo que la sociedad cree sino que además se constituye en creador de los que la sociedad cree, en generador de actitudes y creencias, en una suerte de relación circular. Si se consigue cambiar el discurso se puede modificar la estructura social.[1] Martín Rojo and Martin Rojo, “La frontera interior: análisis del discurso: un ejemplo sobre racismo,” 9.

SToRe: Storytelling on Record; en busca de información

Hace algo más de un año empezó a caminar un proyecto europeo multicéntrico financiado por el Programa Leonardo da Vinci de la Unión Europea (Lifelong Learning Programme). El proyecto se ha denominado SToRe: Storytelling on record (Registrando las historias). Participo en él como miembro de un equipo de investigación de la Universidad de La Laguna.

Store ProjectEl objetivo del proyecto es detectar cuales deberían ser las mejores prácticas en cuanto al diseño y uso de las historias clínicas para poder practicar una medicina basada en narrativas y establecer un marco de referencia para el diseño  y uso de historias clínicas en las que se pueda trabajar con medicina narrativa. El proyecto pasa por varias fases, la primera de ellas una revisión bibliográfica sobre el tema y ahora estamos en el proceso de recoger la información sobre los modelos de historia clínica que pueden facilitarnos una atención al estilo de la medicina narrativa. Para después decidir cuáles son las mejores experiencias y hacer una investigación cualitativa sobre la experiencia de su uso. Toda la información del proyecto, en inglés, está en la página www.storeproject.eu

Participan en el proyecto 7 grupos de investigación de 5 países: Italia, Grecia, Turquía, Bulgaria, Chequia y España. Con formaciones diferentes y realidades diferentes.

En este momento estamos recogiendo información sobre la existencia de historias clínicas con aplicación de principios de la medicina narrativa. Dado que no existe un modelo claro para poner en relación ambas cosas, lo que solicitamos es información a través de una encuesta online. La encuesta está en inglés pero agradeceríamos toda la información posible. Cuelgo aquí una traducción de las preguntas al castellano para facilitar la cumplimentación. Respecto a la última pregunta, que solicita un texto libre, nos gustaría disponer de él en inglés para poder trabajar todo el equipo (el inglés es el idioma de trabajo puesto que no tenemos otro en común) pero, si no os sentía seguros, bastaría con hacer uso del Google traductor (mencionando que es una tradución aproximada de vuestra respuesta). Contactaríamos con vosotros si necesitamos información extra.

TRADUCCIÓN AL CASTELLANO DE LA ENCUESTA:

TRADUCCIÓN NO OFICIAL DEL CUESTIONARIO DISPONIBLE EN https

ACCESO A LA ENCUESTA ORIGINAL EN INGLÉS:

 :

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La soledad de los médicos de familia

Reconozco que no he leído «La soledad de los números primos» pero el título encajaría perfectamente en esta reflexión. Hace dos días tuve el placer de pasar consulta acompañada de una excelente residente de MF de 4º año. Su tutora está de vacaciones y, en los días de decalaje entre las vacaciones de ambas, se ha venido conmigo (soy algo así como la tutora suplente del centro). Ese día caí en la cuenta de la enorme soledad del médico de familia.
SoledadVerán, me incorporé de mis vacaciones el 1 de octubre y aún hay compañer@s médic@s con los que no he intercambiado ni una sola palabra, ni nos hemos visto, ni siquiera puedo jurar que estén trabajando. Con enfermería, administrativos, matrona, auxiliares sí que he contactado, siempre tienes algún paciente en común para atender, algún trámite que resolver, algún material que solicitar. Pero, como en todos los regresos, las primeras semanas estás a tope para resolver todo lo pendiente y todos los pacientes que estaban ¿esperando? tu regreso.
La vida profesional del médico de familia de EAP está marcada por la soledad. Continuar leyendo «La soledad de los médicos de familia»

¡Cómo una niña…! médica always#likeagirl

En el blog del Dr. Casado he descubierto hoy un documento interesante: Always#likeagirl

El  vídeo destaca el uso de la expresión «…lo haces como una niña…! para humillar, minusvalorar, despreciar las acciones de alguien (sea niño o niña). En la frase se descubre una creencia fuertemente arraigada en nuestra sociedad: existen formas de hacer las cosas masculinas y femeninas, y las femeninas son peores, especialmente cuando hablamos de actividades culturalmente ligadas al hombre (adulto/niño/joven…). Para demostrar fuerza, intensidad, compromiso, etc. las cosas se deben hacer como las hacen los hombres. Y si no…pues…las haces mal.

Generalmente no somos conscientes de los pequeños y ocultos secretos de nuestra propia cultura social. Crecimos con ellos y los asumimos como normales. Solo si tenemos la curiosidad de preguntarnos ¿por qué? y no nos conformamos con ¡siempre ha sido así!, podemos romper tabúes y paredes e ir creando una nueva cultura, especialmente una que dignifique ambos géneros. Porque, no se equivoquen, estas expresiones hacen tanto daño a hombres como a mujeres porque imponen una única forma «correcta» de ser y hacer, aquella que se identifica con lo masculino (que generalmente es lo público, lo relacionado con el poder, lo de éxito…).

Por eso, y porque al fin y al cabo esto es un blog de medicina, quiero revindicar la caída de otro de esos obscuros mensajes del lenguaje: reivindico el uso de la palabra médica para referirnos a las mujeres que nos dedicamos a la medicina (como ya lo he hecho otras veces, y más). Aunque el diccionario de la RAE considera que ése es el término correcto, es infrecuente su uso, incluso en los documentos  de los colegios de médicos, de las sociedades científicas, los libros o de los medios de comunicación, donde se sigue hablando de la médico. Porque yo soy médica always#likeagirl

¿En qué momento dejamos de ver personas al otro lado de la mesa?

Hace unos días estaba en la facultad de medicina, intentando avanzar un poco en mi tesis. Mientras espero en el pasillo a que mis directores lleguen, capto retazos de conversaciones entre estudiantes, conversaciones que me llevan de vuelta a mis años mozos. Y me pregunto ¿en qué momento adquirimos la capacidad de ignorar que el paciente es, además, una persona?
Escucho a un alumno, desconozco el curso, explicar una anécdota: allí estaba el paciente abierto de piernas para hacerle una biopsia; contesta la compañera ¿dormido?; ¡qué va! Éramos 6: la médica que hacia la biopsia, dos estudiantes de 4º, 2 de 6° y el residente, y él allí, despatarrado, y ríe; réplica la compañera ¡uy, yo hubiera pedido que me durmieran!

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¡Cuán revelador de nuestra naturaleza es este pequeño diálogo! Revelador de nuestras carencias, de las pérdidas que sufrimos durante el aprendizaje y del reconocimiento de esa pérdida. Parece que la formación nos vacuna de una ¿enfermedad? llamada: ver al otro.
El primer estudiante comenta, ya inmunizado y protegido frente a la capacidad de reconocer al otro, al paciente, como persona, una anécdota que pasará a su dossier de encuentros médico-paciente risibles; su compañera todavía se reconoce en la incomodidad del paciente y se coloca,en parte, en la posición de paciente (yo preferiría no enterarme) pero ya no va más allá y es incapaz de hacer una crítica de la situación. Me pregunto en qué momento perdemos la capacidad de extrañarnos en esa situación, la capacidad de sentirnos violentos y de criticarla como inadecuada, la capacidad de pensar en el paciente como un otro igual a nosotros.
Tal vez sería un buen proyecto de investigación de cara a descubrir cómo y cuándo retrasar en lo posible esta, por el momento, casi imposible inmunización.
Lo que está claro es que lo perdemos incluso antes de saber cómo se utiliza correctamente un fonendo.

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