Síndrome de dependienta

«Me pone una de trauma, dos de análisis, una de ginecólogo que hace tiempo que no me revisan y un kilito más de pastillas para dormir que mi marido ronca.»

 

Sí, es una exageración, ¿o no? Pero que levante la mano el que no haya tenido una consulta similar en la última semana (o incluso cada día de la última semana). Y, en el mejor de los casos, se te queda cara de póker, respiras profundamente, haces un mindfulness de esos de 15 segundos, e intentando sonreír dices «bien, que le parece si empezamos por el principio, ¿qué le preocupa para creer que necesita todas esas cosas?». Y, otra vez en el mejor de los casos, se soltará a hablar de esa rodilla que duele cada vez más, de esa vecina a la que han diagnosticado, quizás demasiado tarde, un cancer de mama, de ese cansancio vital que no consigue superar… Y en el peor…mi peor experiencia ha sido un «a usted que le importa, deme los papeles y ya está»

Pero como dije en mi anterior entrada, somos humanos y no máquinas. Y, como el elástico, tenemos un límite de resistencia. Y 30, 40, 50 pacientes, suelen sobrepasar ese límite. Y en ese momento, tu inconsciente toma el mando de tu lengua, das una patada de remate goleador al libro de Borrell, y te oyes decir, casi sin darte cuenta «y un kilito de tomates ¿no le apetece también?». Todavía recuerdo la cara de la paciente cuando me salió esta frase apoteósica. Pasó rápidamente al rojo ira y ni siquiera sé que me dijo, pero seguro que fue algo del tipo «qué malcriada es usted». A lo que yo debí contestar algo así como «lo que se da, se recibe» y un «hay más médicos en este centro, si quiere puede pedir otro»

Sí, sé que esa no es la forma de abordar una entrevista compleja, pero a veces, incluso nosotros necesitamos reafirmar nuestra autoestima y dejar de sentirnos la dependienta de una sanidad que de tanto llamar cliente al paciente nos lleva por el  caminito de convertirnos en vendedores de humo.

Después de aquella respuesta, joven que era yo, he cambiado mi estrategia, y mi orgullo tiene menos poder para coger las riendas. Y si un abordaje ajustado a los cánones entrevistiles no consigue reconducir tal tipo de consultas, suelo recurrir al suspiro, mirar a los ojos al paciente y decirle «creo que yo no soy el médico que usted necesita y busca, tal vez debería pensar en cambiar de médico. Así los dos nos evitaremos malos momentos y subidas de tensión arterial». Y si estoy tan cansada que no soy capaz de gastar una onza más de energía en ello, ese día claudico, le doy sus papeles, y espero a la siguiente consulta (que teniendo en cuenta el tiempo que tardan el ginecólogo y él traumatólogo en ver a un paciente, ocurrirá más pronto que tarde).

¿Sueñan los pacientes con médicos mecánicos?

Ocho menos cuarto de la mañana. Mientras firmo la entrada en el sistema de control de asistencia, pienso en lo poco que quiero estar hoy en el trabajo. No es lo habitual, pero hoy…no soy yo. Tras varias noches de mal dormir, por mi propio cuadro de tos incontrolable, acompañado de malas noches de mi bebé, mi cabeza se niega a funcionar a pleno rendimiento. Para más inri, hace semanas que arrastro una demora de 2 o más días, lo que hace que muchos pacientes acudan sin cita (y no tenga muchas razones para enfadarme) y, casi seguro, faltará algún compañero y aparecerán sus pacientes (o los de los compañeros que hoy hacen la tarde). En fin, que no preveo una jornada cómoda, ni fácil. Y si no es fácil cuando estás al 100%, ¿cómo sobreviviré hoy?

Los pacientes quieren una atención más humana. Pero…¿quieren médicos más humanos?

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En honor a mis dudas…y a Mónica

Leo, con angustia, el «vía crucis» que las estructuras laborales y profesionales están haciendo pasar a la Dra. Mónica Lalanda. Como seguidora de su blog, admiradora de su capacidad artística y lectora de sus publicaciones sobre ética médica, me siento consternada. Como médica me siento apaleada.

Es curioso, pero la mayor parte de los médicos en ejercicio actualmente no han recibido más formación en ética médica que la que ellos voluntariamente hayan querido tener. Y, en mi impresión personal, el esfuerzo de las organizaciones profesionales por poner la ética médica en la cabeza de todos los profesionales no ha sido especialmente fructífero. Lo curioso es que el primer libro realmente interesante para atraer a estudiantes y profesionales a la ética médica y, en concreto, al Código Deontológico, es de la Dra. Lalanda. Y posiblemente por esta desidia colectiva, encontramos en las normas elementos que nos sorprenden y nos resultan anacrónicos en el siglo XXI, como lo son los artículos esgrimidos en su contra por su denunciante (art.38.3 del Código de Deontología Médica).

Nunca había hecho demasiado caso a ese artículo. Realmente nunca había tenido demasiado interés en las Comisiones Deontológicas, y aparte de emitir algunos informes interesantes, no me parecía que tuvieran mucha influencia en el ejercicio profesional. Ahora todo ha cambiado. ¡Gracias, Mónica! Eso también es un triunfo tuyo.

Aparte de querer dar un «abrazo virtual» a Mónica, aunque no nos conocemos, y transmitirle todo mi apoyo y mi ánimo en la lucha que tiene por delante, mi cabeza (y mi blog) se llena de preguntas que espero que alguien (especialmente alguna Comisión Deontológica) sepa y pueda responder en el futuro: Continuar leyendo «En honor a mis dudas…y a Mónica»

«Vanidad de vanidades, todo es vanidad»

Cuando llevas 15 meses sin ir a trabajar el primer día se convierte en un reto mayor que escalar un 8000. De la más básica duda (¿me acordaré de la clave del ordenador?) a la más fundamental (¿habrán cambiado el algoritmo de RCPA?), tienes tantas preguntas en la cabeza que si tuvieras que escribirlas no te daría la jornada laboral. De la angustia de volver a lidiar con la historia clínica electrónica, con el nuevo sistema de IT, pasas a la angustia de disimular que no te acuerdas de los nombres comerciales de los fármacos y ni idea de lo que contienen cuando te dan un nombre (lo que se agrava por el hecho de que llevo algunos años usando solo las DCI).

Pero entonces, ¡ocurre!. Empiezan a entrar los pacientes, TUS pacientes. Dos besos en la puerta y los parabienes anteceden a cualquier pregunta normativa del manual de Entrevista Clínica. La duda que más veces me han planteado mis pacientes (que no son míos, ya lo sé) es ¿fue niño o niña? Debo reconocer que halaga cuando tantas personas tienen interés, la mayoría de las ocasiones sincero, en tu vida.
Pero este proceso de reincorporación, reencuentro y reconocimiento tiene una cara oculta, un riesgo peor que el dimg_0777-1el colesterol alto. Corres un elevado riesgo de caer enfermo de vanidad. «¡Qué bien que ha vuelto! ¡»»Su sustituta no era mala, pero…ya sabe…usted es mi médica.»»¡Cómo usted, ninguna!»»Yo estaba esperando a que volviera para pedir cita» (que ya es esperar, oiga)»Le he preguntado a su marido cuando volvía» (cosas de vivir en el pueblo de al lado), «Usted sí me entiende» «Usted sí se preocupa»»Usted sí que sabe»…y muchas otras expresiones que atacan directamente a la línea de flotación de la vanidad médica. Continuar leyendo ««Vanidad de vanidades, todo es vanidad»»

De nuevo…

Que no sea por intentarlo. Después de más de un año sin escribir de manera regular, me propongo volver a empezar. No es que no haya habido nada sobre lo que escribir, es que el libro de mi vida dio tal vuelco a lo largo del año pasado que me ha costado mucho volver a coger el hábito de escribir. No prometo nada a nadie, sería una estupidez, pero sí me prometo a mí misma no dejar morir este proyecto.

Felices proyectos nuevos para este año que empieza

¡Sólo una medicina!

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Leo con sorpresa una entrevista difundida a través de Twitter (se ha convertido para mí en un modo de conocer qué camina por el mundo médico), en la que el entrevistado afirma con rotundidad «medicina solo hay una». Entrevista que puede enmarcarse en el amplio movimiento anti-pseudo-ciencia y anti-pseudo-medicina del que ya he escrito en otra ocasión y que tantas ampollas va levantando aquí y allá.

No dudo del compromiso del Prof. Mulet con la sociedad, dada su intensa crítica de lo que considera prácticas dañinas para los pacientes (que lo son en demasiadas ocasiones), ni su profunda formación científica, dado que se dedica a la ciencia. Pero la entrevista me provoca serias dudas sobre el conocimiento que tiene acerca de la medicina. Intentaré explicarme. Continuar leyendo «¡Sólo una medicina!»

¿Urgencias versus fútbol?

Hierven las redes sociales por el hecho comprobado de que el mejor modo de solucionar el colapso de las urgencias es una final  de Champions. Resurgen de las profundidades los mil y un fantasmas que acosan a los profesionales que ven como la saturación de la sala de espera de cualquier servicio de urgencias (hospitalario o de atención primaria) impide separar el grano de la paja y, lo que es peor, impide dedicar las energías (escasas, como todo) a los pacientes verdaderamente graves. Florecen las ideas de soluciones que parecen tan sencillas que nadie se explica cómo no hay gestor o político con arrestos para ponerlas en marcha y solucionar el problema para siempre. Y me pregunto…si fuera tan sencillo ¿no estaría ya arreglado? 112, atención telefónica, walk-in centres, planes integrales de urgencias, promesas/reclamos de aumento de plantilla, campañas de concienciación, extensas revisiones sobre impacto de intervenciones ya con años de antigüedad o más modernas, etc. etc.

Surgen en las redes sociales algunos de los repetidos mantras de culpabilidad, pues si supiéramos el culpable se acabaría el problema (¿no vivimos acaso en la sociedad de la culpa?) porque la culpa implica causalidad, aunque no siempre la causalidad conlleve culpa. Y ¿quiénes son los aspirantes a culpables?

  • ¿La culpa es del sistema porque no pone los recursos necesarios?. ¿La solución: abrir más centros de urgencias, poner más profesionales, abrir más horas?. Por cierto, tengo ganas de conocer a esa señora llamada «sistema», la de cosas que le diría.
  • ¿La culpa es de los pacientes que acuden por tonterías, saturan los servicios, cansan a los profesionales?. Bueno, solo unos pocos lo hacen voluntariamente (lo de acudir por tonterías, quiero decir), la mayoría acuden porque adolecen de la tan recurrida, útil y fantástica panacea para todos los problemas de salud y sanitarios: la educación sanitaria.
  • ¿La culpa es de los profesionales, de atención primaria porque derivan demasiado,  de urgencias hospitalarias porque se entretenien demasiado haciendo pruebas a todo el mundo, de los expertos que profetizan los peores males si no se acude rápido y corriendo a un centro médico, etc.?
  • ¿O son otros?

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Bienvenida

Fuiste una ficción, luego un sueño que se convirtió en anhelo y terminó en esperanza, para convertirse en frágil realidad que acuno en mis brazos. Ahora eres parte mi historia, un capítulo que empieza y no puedo saber como evolucionará. Un giro brusco en la narración de mi vida pues volteas todo lo que he sido, soy y seré. Sin ti casi sabía que sería, contigo no sé que seré.  Aún sin ser te acompañó mi ilusión, mis decepciones, mis alegrías, mis miedos, mis nervios, mis esperanzas; y ahora que eres, te acompaña mi felicidad junto con mis miedos y mis ilusiones. Espero estar a la altura de tus expectativas.

Bienvenida a la vida y a mi vida, mi pequeña.

Héroes frágiles: Reparar a los vivos

Maylis de Keragal, escritora francesa, ha publicado en español Reparar a los vivossu última novela. Una novela impactante, de esas que te atrapan desde el principio sin tener muy claro por qué caminos te llevará.  Una historia de héroes anónimos que se hacen presentes.

Maquetación 1El tema, la fragilidad humana; el argumento, el proceso de trasplante de órganos desde la muerte a la intervención en el donante.  A lo largo de 243 páginas la autora cuenta un día en la vida de algunas personas, a la vez que cuenta la vida entera de algunas personas en un día. Para ello utiliza una prosa que bien podría ser poesía, rica en adjetivos, en emociones, en metáforas e imágenes que dan al lector la posibilidad de recrear cada escenario, cada momento, e incluso cada rostro.

El paciente, su madre y el enfermero coordinador de trasplantes son los personajes alrededor de los cuales gira principalmente la historia. Pero también son protagonistas el médico de la UVI, la enfermera, el padre, la novia, el cirujano que extrae el corazón, la receptora. Poco a poco, capítulo a capítulo, vamos encontrando a cada uno de ellos, conociendo su vida, su pensamiento, su dolor y sus esperanzas. Y el protagonista, por encima de todo, es el corazón de Simón. Continuar leyendo «Héroes frágiles: Reparar a los vivos»

Lecciones de vida y enfermedad, literatura para médicos

Reinicio aquí la práctica de comentar libros que pueden resultar de interés para profesionales sanitarios, tanto desde el punto de vista particular como docente.

Hace tiempo, una amiga maestra (pero que no ejerce) me recomendó este libro. Casi lo había olvidado cuando lo encontré en una lista de libros para un curso de literatura y bioética organizado por la Somamfyc (El valor de leer) e impartido por Beatriz Ogando.

Martes con mi viejo profesorMartes con mi viejo profesor es un relato autobiográfico escrito por Mitch Albom y publicado en 1997 en inglés. El primer libro no deportivo de un periodista ya consagrado con libros deportivos previamente. Dio lugar incluso a una película para televisión. Yo lo he leído en la edición de Ed. Maeva de 2015 (colección Embolsillo, 27ª edición). Su autor, Mitch Albom, ha escrito varios libros después del enorme éxito de éste. La verdad es que, si uno se lee la lista de libros de este autor, y además se es un poco refractario a los libros de autoayuda, la lista no ayuda a hacer atrayente su bibliografía. Sin embargo, no habría nada más inexacto que categorizar este libro dentro del género de «libros de autoayuda». Continuar leyendo «Lecciones de vida y enfermedad, literatura para médicos»

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