Cuestión de fronteras (todólogos versus cachitólogos)

Imagen de wirestock en Freepik

Esta no es una entrada sobre política (aunque realmente todo es política); es una reflexión sobre SER médica de familia. Es una reflexión sobre la diferencia entre dedicarse a la todología o a la cachitología. Y sobre tendencia innata de todo todólogo hacia la cachitología.

Hace poco surgió un debate en un grupo de profesionales del que formo parte. El centro del debate era la cantidad de tiempo que debía dedicar un profesional (médico/a de familia o MIR) para aprender una nueva técnica. Los docentes, con amplia formación y experiencia sienten que nunca es suficiente. Otros simplemente aportaban los criterios que se marcan para la formación (criterios para aprobar la formación). El debate está servido.

En mi humilde opinión el problema, y el debate, es más profundo. Como médicos de familia abordamos una cantidad ingente de problemas de salud diferentes que requieren multiples habilidades. Algunas de ellas solo cognitivas, otras requieren habilidades más o menos complejas. Y a eso le añadimos que las curvas de aprendizaje de cada persona son diferentes.

Nuestro problema no es llegar a dominar como expertos cada técnica, cada problema de salud, cada tratamiento, cada prueba, cada tecnología; nuestro problema es aprender hasta dónde llegar con cada uno de ellos, dónde poner la frontera, el borde que no traspasaremos. Estas frontera además son porosas. Depende de cuando, quien y con quien, esas fronteras cambian, se adelantan y se atrasan. Y ese el quid de la cuestión que cada médica de familia tiene que negociar consigo misma. Y eso es lo que hay que enseñar a los que vienen detrás: aprender a conocer nuestras propias capacidades para saber hasta donde está nuestra frontera. Y trabajar para mantenerlas y ampliarlas donde sea necesario.

Entonces, ¿para qué sirve una médica de familia? Si tiene fronteras de conocimiento, si sabe que hay líneas que no va a traspasar. Los “especialistas” no reconocen fronteras. Lo saben todo… eso sí, de unas pocas cosas.

Usemos una metáfora:

– el cachitólogo (especialista en alguna rama específica de la profesión, un cachito de la medicina) es una autopista, recta, sin baches, que lleva rápidamente al final del trayecto. Sin desvíos. Cuando decides dedicarte a un trocito del ser humano y sus enfermedades estás subiendo al AVE, tendrán un trayecto más o menos largo, pero muy directo, hacia tu meta. Pero a cambio renuncias a conocer el territorio unos metros más allá de las vías. Ni siquiera tienes claro cuánto territorio hay más allá, ni cómo es, ni quien está.

– el todólogo (“especialista” en lo general, ¡vaya oximoron! – cada vez me gusta más la palabra “generalista”) no puede subirse al AVE, no entra en la autopista. Se queda anclado en un fragmento del territorio. Pero en ese espacio lo conoce todo: cada camino, cada piedra, cada ser, y las relaciones que se establecen entre ellos. No tiene un camino que le lleve a la ciudad del conocimiento, con sus luces y teatros, sus dominios.

Existe una negociación (en sentido metafórico pero también real) entre ambos tipos de profesionales. Tanto en el interior de cada uno como en las interrelaciones personales. Saber cuándo sobrepasas tu territorio y debes dejar al paciente en la parada para ser recogido por el transporte directo al conocimiento específico de una parte es un aprendizaje de toda la vida. Y no podemos pedir a otros (discentes, residentes, estudiantes) que dominen a la vez el territorio y la autopista.

La tarea principal del todólogo es saber de qué modo todos los elementos del territorio se relacionan entre sí. Saber que tener un fragmento perfecto puede ser una mala solución si tiene impacto en el resto (tu superpiscina puede secar el bosque, para entendernos). En esa tarea es insuperable, porque no basta conocer la carretera, hay que transitar los senderos. Y cuando caminos, el alcance de nuestros paseos, en km, será menor, pero el paisaje se saboreará mucho más.

Delirios de reflexión para entender(nos) y vivir(nos) como profesionales, pero también como personas (la metáfora aplica a muchas experiencias de la vida)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies