Definir es limitar, definir es encerrar, crear fronteras, decidir qué y quién cumple y qué y quién no cumple, quién está dentro y quien fuera, quién es nos-otros y quién es los-otros.
La decisión de definir es política, nace del consenso o del poder. La ciencia pueda aportar información ( a veces es la única fuente de información que se usa), pero la definición no es ciencia. En ciencia, las definiciones vienen antes del experimento y son imprescindibles para saber los límites del experimento. En nuestras definiciones entran en juego categorías morales, experiencias, derechos humanos, capacidad de financiación, preferencias sociales, etc.
Se define quién tiene diabetes o no, hipertensión o no, artritis reumatoide o no, demencia o no, depresión o no, pobre o rico, quién está sano o enfermo, quién es hombre o mujer, quién es ciudadano o extranjero, y así hasta el infinito. Estar dentro o fuera de una definición tiene consecuencias, algunas leves y otras mucho más importantes.
Las definiciones se parecen un poco a nuestra retina. Hay un punto central donde todo es nítido, donde no hay dudas. Pero también hay una periferia, donde se ve todo más borroso, con menos detalles,más difíciles de encajar.
Y hay unas fronteras donde residen una parte de los sujetos, sujetos que no encajan en la definición. A veces tampoco encajan en lo contrario. Ni sí ni no, ni blanco ni negro. Para responder a sus necesidades hay que redefinir los límites. Las fronteras son tan rígidas como las personas que las definen. Algunos tienen fronteras permeables, otros prefieren ampliar el campo, otros prefieren destruirlas, otros cambian radicalmente las definiciones, otros las mantienen, caiga quien caiga, y dejan fuera a quien no cumpla los criterios, aunque tampoco cumpla los de los-otros.
Pensar cuales son nuestras fronteras, las privadas y personales, pero también las públicas y sociales, es un ejercicio de reflexión, pero también de compromiso. Los centros, las máculas, no necesitan a la ética, están claros, son o no son. Pero las periferias son las que deben mirarse a la luz de la deliberación ética. Y también del consenso social y bajo el reconocimiento de derechos que pueden ir más allá de mis preferencias.
En las fronteras hay mucha gente. Decidir si vivimos solo para nos-otros o si pensamos en los-otros es también un ejercicio de ética.