Twitter tiene en su mayor ventaja su peor demonio. Los mensajes cortos y rápidos permiten emitir con celeridad opiniones sobre los más diversos temas. Pero sus mensajes cortos y rápidos hacen que sea más fácil ser extremadamente categórico y simplista en las opiniones. En cierto sentido, radicaliza los debates a posturas de «blanco o negro». En un país en el que el debate nunca ha sido nuestro fuerte, donde siempre hemos considerado que hay verdades que no pueden ser criticadas, twitter se convierte en el semillero de radicales que llegan a usar el insulto y la violencia verbal. Esto ocurre con mayor intensidad cuando el twittero es alguien comprometido con la extensión de su mensaje y que considera una obligación convertir a aquellos que no piensan como él.
Twitter podría ser una herramienta impresionante para conocer la multitud de visiones de un mismo problema, la posibilidad de abordarlo desde perspectivas diferentes, para comprobar que no todo está resuelto con un «esto es así y punto», un lugar para aprender y compartir, cambiando o no tus propias ideas a partir de ese intercambio. Sin embargo se convierte en un campo de batalla, desagradable, proselitista, que invita a enunciar «verdades universales» y que impide debatir las cuestiones complejas como se merecen.
Lo triste es que esta tendencia a reducir los debates y la critica mediante la amenaza y el insulto no solo ocurre en campos en los que la confrontación es habitual (como la política o la religión) sino también en campos en los que el debate es fundamental para avanzar en el conocimiento, como la medicina.
En fin, Twitter es un medio de cercenar la capacidad de pensamiento crítico y debate para las futuras generaciones, si permitimos que sea así.
Pienso que Twitter puede servir para cogerle el pulso a una sociedad pero carece de productividad alguna, las posturas se radicalizan, no percibo intención de modificación de actitudes y conductas, más bien autoafirmación y proyección. Nadie quiere llegar a ese espacio intermedio que existe entre el yo y el otro.
Creo que bastaría con que fuera posible exponer
diversas opiniones sin arriesgarse a ser insultado por quien no opina igual. Twitter como lugar de conocimiento compartido en lugar de ser un espacio para profetas de sus ideas, buscando convertir al resto, sea como sea. Creo que la violencia verbal acaba por desilusionar a muchos, que terminan desapareciendo. Y eso es una pérdida para todos.
Creer tener razón no significa que el otro no pueda tenerla.