“Si internet es una revolución será probablemente una revolución lingüística”
Lenguaje e Internet . David Crystal
En “El lenguaje e Internet” (Crystal D. Anormi, Madrid 2002. ISBN: 84 8323 256 1), David Crystal, lingüista de reconocido prestigio, hace un recorrido por las características del lenguaje que surge en la red, en un proceso que él mismo define como de descubrimiento y aprendizaje. Aunque el libro está escrito en 2001 y mucho ha llovido desde entonces en la evolución rápida de las nuevas tecnologías de la comunicación y en internet en particular, las ideas que presenta nos permiten reflexionar sobre el uso que damos al lenguaje en internet. Hay que tener en cuenta que Crystal analiza el efecto en el lenguaje inglés, pero, como también refiere, no hay motivos para pensar que no se esté produciendo un proceso similar en otros idiomas, especialmente en la medida en que su presencia aumenta exponencialmente en la red.
Para poder decir que internet supone la aparición de un nuevo lenguaje hay que analizar una serie de rasgos: gráficos, ortográfico, gramaticales, léxicos y discursivos. Y siempre hay que tener presente que internet es, ante todo, textual. Aunque en el momento actual, hay un incremento muy importatne de la presencia de la voz en relación con sistemas de comunicación (tipo Skype…), podcast, youtube, etc. que cambian el espectro de análisis que nos deja Crystal en su obra.
La cuestión básica de internet es que su tiempo de existencia no es tan amplio como para que se hayan podido establecer normas sólidas de funcionamiento del lenguaje, y los cambios que ocurren constantemente, hacen difícil que ocurra, por lo que es un lenguaje siempre en transición.
Al lenguaje de internet lo denomina “Ciberhabla”, un lenguaje altamente determinado por su contexto. El “Ciberhabla” no puede considerarse ni lenguaje escrito ni lenguaje verbal propiamente dichos, por lo que podría ser reconocido como un nuevo lenguaje. ¿Por qué? Algunos medios de comunicación en internet comparten características de la oralidad. El correo electrónico, los chats (foros de debate, juegos virtuales (y más actualmente, la mensajería instantánea) comparten la temporalidad de lo oral, esperan respuesta y se constituyen como “actos del habla”, estableciendo un símil de la conversación (aunque no comparten todas sus características, como el medio o la fonología, el ritmo, la espontaneidad o la rapidez).
Por otro lado, la ciberhabla comparte con la escritura el medio (la constricción espacial) pero disiente en cuanto a la permanencia del texto (la web permite cambios continuos de lo escrito. Es más, las potencialidades del hipertexto y el hecho de pasar de la página a la pantalla provocan que no sea posible simplemente transcribir lo escrito a la pantalla sin introducir modificaciones. Todos somos conscientes de lo desagradable que resulta leer un artículo a dos columnas (en formato pdf que imita el papel) en una pantalla de ordenador. Por lo tanto, parece que no podemos asimilar ciberhabla a escritura.
Crystal concluye diciendo que “la ciberhabla es más que un agregado de rasgos hablados y escritos, ya que […]hace cosas que ninguno de estos medios hacen y, de acuerdo con ello, ha de verse como una nueva especie de comuninación” (pág. 62).
Otro aspecto que Crystal analiza es la forma que adoptan los estudios del lenguaje sobre internet. Existen dos posibilidades: el prescriptivismo (que dice cómo tiene que ser el lenguaje y, por tanto, define lo correcto y lo incorecto) y el descriptivismo (que se limita a enunciar lo que hay, sin dar reglas de comportamiento). La idea que nos trasmite Crystal es que el prescriptivismo empobrece el lenguaje al desechar la posibilidad de la existencia de diferentes formas correctas de hacer lo mismo. Dado que el ciberhabla es un lenguaje en fase de creación y de crecimiento no puede tener cabida un enfoque prescriptivo. Aún así existen numerosos ejemplos de escuelas que pretenden reglamentar el modo en que debe usarse el lenguaje en internet. De hecho, Crystal presenta el prescriptivismo lingüístico como un medio para identificar a los miembros de un grupo. Solo quienes hacen uso de las mismas reglas de lenguaje son reconocidos como miembros de una comunidad determinada. (Hablando de prescriptivismo lingüístico en español, aquí podeis encontar material sobre las recomendaciones para el uso del español en los nuevos medios de la Fundeu, Fundación del Español Urgente)
Otra cuestión que Crystal aborda es el riesgo de considerar que sólo lo nuevo puede tener presencia y valor en internet. Se refiere a quienes consideran que el uso clásico del lenguaje no debería ser considerado de valor, sin embargo, solo la existencia de lo clásico permite reconocer lo novedoso.
Para apoyar la tesis de la aparición de un nuevo inglés en la red se basa en los siguientes elementos: un nuevo léxico (creado a partir de la necesidad de nombrar nuevos procesos, acciones, de la creación ilimitada de acrónimos, etc.), una nueva grafología (uso diferente de mayúsculas, por ejemplo), ortografía (simplificación), puntuación (minimalista), uso de símbolos sin sentido en el lenguaje escrito tradicional. Los aspectos que más influyen en el cambio son la grafología y el léxico (los más fáciles de cambiar).
Todos estos cambios aparecen en los elementos que más similitud tienen con el habla (foros, correo electrónico…), pero ¿qué pasa en la web? En principio, cada elemento de la web (cada nodo, por ser correctos) suele cumplir con las mismas características que el lenguaje escrito no-web. La originalidad aparece al centrarnos en el hecho de que estamos leyendo en una pantalla, y los contrastes de la escritura tienen que plantearse de un modo diferente. Lo cierto es que la web nos permite enriquecer el texto de un modo nuevo y original. Y es preciso si queremos que el lector se enganche a dicho texto.
La cuestión fundamental de la web es su potencial de interactividad. Aunque el libro está escrito en la época previa a la web 2.0, ya Crystal habla de la necesidad de promover la interactividad, de pasar de la simple oferta de información a una oferta de interacción. Lo cierto es que la última década ha vivido la proliferación de herramientas que simplifican la participación en la web, y actualmente no es necesario conocer realmente cómo funciona la red o el lenguaje html para poder disponer un espacio de comunicación (blog, CMS, etc. ). Poco a poco todos podemos ser receptores y creadores a la vez.
La última cuestión del lenguaje en internet pasará por la transformación progresiva en web semántica, en la que no será necesario recurrir a términos cerrados (tesauros de lenguaje) que describan los diferentes elementos para que puedan ser utilizados.
En fin, Crystal reconoce que cualquier texto sobre el lenguaje en internet está obsoleto en el momento de producirlo puesto que el cambio es constante. Del predominio del inglés de los primeros tiempos a la web multilingüe, a los traductores automáticos fiables (como ocurre ya con Google), a la interactividad por la participación constante de los lectores en las páginas webs (blogs y otras), al intercambio constante que suponen servicios como twitter, etc. Si el medio hace al lenguaje, está claro que el lenguaje está inmerso en el mismo proceso de innovación que internet.
La conclusión es que el lenguaje inernet es un nuevo tipo de lenguaje que se une a la oralidad, la escritura y el gestual para enriquecer nuestro arsenal comunicativo. Por lo tanto, si queremos ser comunicadores eficientes deberemos aprender también a usarlo en nuestros contextos de intervención.