Mi mundo, tu mundo, nuestro mundo…¿qué mundo?

He vuelto a Twitter (X, digo, pero también sigo llamando “cortado condensada” al moderno “café bombón”). Y, lo que leo, lo que veo (lo que me muestra, realmente) ha disparado una idea en mi cabeza.

Como es más fácil explicar(me) si la escribo y si la dibujo (mal, pero ¿qué se le va a hacer?), aquí está mi reflexión.

Todos miramos el mundo a través de una ventana acristalada con marco:

Mi esquema cutre (fabricado en FreeForm con sus recursos y con una Imagen de freepik
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¡Sólo una medicina!

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Leo con sorpresa una entrevista difundida a través de Twitter (se ha convertido para mí en un modo de conocer qué camina por el mundo médico), en la que el entrevistado afirma con rotundidad «medicina solo hay una». Entrevista que puede enmarcarse en el amplio movimiento anti-pseudo-ciencia y anti-pseudo-medicina del que ya he escrito en otra ocasión y que tantas ampollas va levantando aquí y allá.

No dudo del compromiso del Prof. Mulet con la sociedad, dada su intensa crítica de lo que considera prácticas dañinas para los pacientes (que lo son en demasiadas ocasiones), ni su profunda formación científica, dado que se dedica a la ciencia. Pero la entrevista me provoca serias dudas sobre el conocimiento que tiene acerca de la medicina. Intentaré explicarme. Continuar leyendo «¡Sólo una medicina!»

¿Urgencias versus fútbol?

Hierven las redes sociales por el hecho comprobado de que el mejor modo de solucionar el colapso de las urgencias es una final  de Champions. Resurgen de las profundidades los mil y un fantasmas que acosan a los profesionales que ven como la saturación de la sala de espera de cualquier servicio de urgencias (hospitalario o de atención primaria) impide separar el grano de la paja y, lo que es peor, impide dedicar las energías (escasas, como todo) a los pacientes verdaderamente graves. Florecen las ideas de soluciones que parecen tan sencillas que nadie se explica cómo no hay gestor o político con arrestos para ponerlas en marcha y solucionar el problema para siempre. Y me pregunto…si fuera tan sencillo ¿no estaría ya arreglado? 112, atención telefónica, walk-in centres, planes integrales de urgencias, promesas/reclamos de aumento de plantilla, campañas de concienciación, extensas revisiones sobre impacto de intervenciones ya con años de antigüedad o más modernas, etc. etc.

Surgen en las redes sociales algunos de los repetidos mantras de culpabilidad, pues si supiéramos el culpable se acabaría el problema (¿no vivimos acaso en la sociedad de la culpa?) porque la culpa implica causalidad, aunque no siempre la causalidad conlleve culpa. Y ¿quiénes son los aspirantes a culpables?

  • ¿La culpa es del sistema porque no pone los recursos necesarios?. ¿La solución: abrir más centros de urgencias, poner más profesionales, abrir más horas?. Por cierto, tengo ganas de conocer a esa señora llamada «sistema», la de cosas que le diría.
  • ¿La culpa es de los pacientes que acuden por tonterías, saturan los servicios, cansan a los profesionales?. Bueno, solo unos pocos lo hacen voluntariamente (lo de acudir por tonterías, quiero decir), la mayoría acuden porque adolecen de la tan recurrida, útil y fantástica panacea para todos los problemas de salud y sanitarios: la educación sanitaria.
  • ¿La culpa es de los profesionales, de atención primaria porque derivan demasiado,  de urgencias hospitalarias porque se entretenien demasiado haciendo pruebas a todo el mundo, de los expertos que profetizan los peores males si no se acude rápido y corriendo a un centro médico, etc.?
  • ¿O son otros?

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Médicos y redes sociales.

A raíz del último examen MIR se ha desatado un curiosa polémica en relación a la relación de los médicos con sus pacientes a través de las denominadas redes sociales contemporáneas (léase Facebook, twitter, Instagram, google+, Linkedin, etc.). La pregunta en cuestión, que se hizo viral, la pueden encontrar comentada hasta en la prensa generalista. Detrás de esta proliferación de opiniones, noticias, bromas, memes, etc. se ha desatado un debate sobre el tema y diversas organizaciones han intentado dar respuesta a lrelación médico-pacientea cuestión (que como tal con toda seguridad no se estudia en las facultades de medicina). El último del que he tenido conocimiento ha sido éste, en el que participa una de las autoras del Manual sobre el Buen Uso de la Redes Sociales para médicos y estudiantes de medicina. En el comentario de Marian Jimenez Aldasoro (médica a la que conozco y admiro) se dice: «en el caso de las relaciones con los pacientes hay que mantener una “separación contundente” entre lo profesional y lo personal. “Igual que no eres médico de tu familia o amigos, tampoco puedes entablar relaciones personales con tus pacientes”«. Continuar leyendo «Médicos y redes sociales.»

Ser uno o ser dos, ¿es esa la cuestión?

Wikisanidad y su #Carnavalsalud han propuesto para este mes un tema complejo: Marca personal, marca profesional, ¿juntas o separadas?. Esta es mi primera participación en este proyecto, Wikisandiad, del que tuve conocimiento hace algunos meses, y el tema resulta de mucho interés para alguien, como yo, que ha empezado su andadura virtual hace menos de un año, y que sigue llena de muchas dudas.

soytwitterEn el fondo, la pregunta no es diferente de la que dominaba el debate en mis primeros años de andadura por la medicina de familia: ¿debe un/a médic@ de familia convivir en el mismo entorno que sus pacientes o es recomendable vivir en un lugar diferente a aquel en el que trabajamos? Es decir, ¿nos importa que nuestros pacientes conozcan la parte pública de nuestra vida personal? Reconozco que no me atrae demasiado encontrarme continuamente a mis pacientes en el supermercado, la farmacia, el bar de la esquina, etc. pero las circunstancias me han llevado a un punto intermedio entre la convivencia total y el encuentro frecuente, y me voy acostumbrando. La cuestión en las redes sociales es similar: ¿debo dejar que mis pacientes/contactos profesionales conozcan mi vida personal/extraprofesional? Y no hablo en ningún caso de lo que considero privado (esas son privadas, ni en las redes ni en la comunidad).
Hay dos temas en este asunto, y en la pregunta planteada, que me han obligado a reflexionar a lo largo de estos días: la cuestión de la identidad y los significados que, casi sin querer, nos transmiten las palabras que utilizamos (alguien lo ha llamado las metáforas con las que hablamos). Gracias a la bibliografía que nos han dejado los organizadores y a la interesante lectura de los blogs de otros compañeros, me han surgido muchas reflexiones.
La cuestión de la identidad es un tema recurrente de la filosofía. No en vano la pregunta ¿quién soy? forma parte de las preguntas básicas del ser humano. En este tema de si debemos tener una identidad virtual personal y una identidad virtual profesional diferentes hay mucho de ese debate de siglos. No voy a relatar las diferentes respuestas que los filósofos han ido dando a la cuestión, baste con saber que, en el mundo contemporáneo, no sólo filósofos, sino también sociólogos y pensadores (en el amplio sentido del término) han intentado aclarar el tema. Como recomendación me quedaría con la lectura de Zygmunt Bauman (Identidad). Parece claro que la construcción de la identidad individual es una tarea que no se realiza sólo de manera individual, sino que está fuertemente condicionada por la sociedad en la que vivimos. Pero es una tarea que nos ocupa toda la vida, es decir, no hay una identidad terminada y luego vivimos de ella, sino que se trata de una idea en permanente revisión y construcción. Un trabajo para toda la vida (de esos que no abundan en estos tiempos).
La cuestión de la identidad virtual adquiere otro matiz. Se trata no tanto de construir la propia identidad, como de construir una identidad aparente a los demás, o dos, o más, según escojamos. Se me antoja demasiado caro, en términos de energía vital, tener que trabajar en mi identidad real y luego tener que mantener identidades aparentes diferentes en diferentes contextos, e intentando evitar que cada persona solo tenga acceso a aquella «identidad» que me interesa dejarle conocer. ¡Qué lío!
Además, no me parece posible separar la identidad personal y la profesional porque simplemente una y otra se imbrican tanto en mi persona que uno no es profesional por un lado y persona individual por otro. Cada aspecto de la vida contribuye a nuestra propia identidad, y se funden de modo imposible de separar. Soy lo que soy 24 horas al día, aunque en cada momento me dedique a tareas algo diferentes, al fin y al cabo, lo de médica no es algo de lo que  trabajo, sino algo que soy.
La segunda cuestión, la de las metáforas, nace de las palabras utilizadas en el tema escogido: ¿MARCA?. El término me remite al mundo comercial. Una marca es, según la RAE, la señal hecha en una persona, animal o cosa, para distinguirla de otra, o denotar calidad o pertenencia. Marca es lo que distingue a un producto comercial. Y el término, utilizado para designar nuestra presencia en internet, denota cierto carácter de cosificación, de conversión en producto. Y reconozco que me asusta un poco. Si me considero a mí misma un producto y fabrico mi imagen en función de los objetivos de ese producto, ¿dónde va quedando mi propia persona, mi identidad? Tal vez, lo que realmente quiero tener es una sola identidad y varios productos: blog profesional, tal vez uno personal, uno sobre alguna afición, un twitter personal, otro profesional, el facebook, instagram, linkedin, etc. en fin…el mundo virtual no se acaba en una sola entidad. Pero tendré aquellos que mis recursos me permitan, principalmente mi tiempo, y en los que encuentre un retorno adecuado (todo esto para seguir en la metáfora del comercio). Pero todos pertenecerán a mi misma identidad y no podré aislarlos. Así yo seré «yo» y lo demás serán productos. Pero yo no seré un producto.

Además todos se empeñan en darnos consejos sobre como actuar en internet. Curiosa costumbre que me recuerda al libro de buenos modales que usaba mi abuela en la escuela. En el fondo es lo mismo. Tal vez el problema se resolvería si parte del tiempo que dedicamos en la facultad a memorizar clasificaciones anatomopatológicas las dedicáramos a reflexionar sobre nuestro ser profesional, sobre las implicaciones que tiene elegir esta profesión de médico y las responsabilidades sociales que adquirimos. Me ha resultado muy interesante el artículo de DeCamp en JAMA. Lo que sí tengo claro es que no pueden existir guías de comportamiento para todas las posibles situaciones individuales. Es mejor enseñar a pensar que dar instrucciones mecánicas de acción.
En conclusión, sólo tengo una identidad (y mi trabajo me cuesta) y en internet mostraré aquellos aspectos de mi identidad que considero que puedo hacer públicos. Y expreso mis opiniones sabiendo que habrá quien las comparta y quien no, pero sin avergonzarme de ellas (el primer paso es reconocerme a mí misma como soy y no avergonzarme de ello). Soy profesional y persona a la vez y una no se entiende sin la otra. Y soy muy celosa de mi intimidad, así que me cuidaré de mostrar aquellas cosas que creo que deben quedar para mis allegados. No puedo hablar demasiado de twitter (uso poco mi cuenta y casi solo para el blog y para recibir información), ni de Facebook (mi cuenta está en situación de abandono, no acaba de convencerme) pero está reflexión me ayudara a seguir construyendo mi identidad digital.

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