Hace unos días me entretuve en la consulta explicando a un paciente recientemente colecistectomizado lo que le habían hecho, dibujo mediante. Le expliqué para qué sirve la bilis, qué es la bilirrubina y cómo quedaba su sistema tras la intervención. Lo que podía volver a ocurrirle y lo que no. Se sorprendió de lo complejo de todo. Me preguntó cuánto dedicábamos a aprender esto y le dije que prácticamente 3 años de la carrera se dedican a aprender cómo es y cómo funciona el cuerpo humano sano. Luego ya se empieza a aprender sobre enfermedades.
Me quedé pensando en ello. Dedicamos 3 años a aprender todo sobre el cuerpo, macro y microscópico. Y otros 3 años a aprender sobre enfermedades. Pero, ¿cuánto dedicamos a aprender sobre las personas, no sobre sus cuerpos?¿Cuánto dedicamos a aprender sobre la sociedad en la que viven las personas?Aprendemos de enfermedades, pero ¿Cuanto realmente aprendemos sobre los enfermos?
Pero al empezar a trabajar no nos enfrentamos solo a cuerpos. Nuestro trabajo es trabajar con personas, algunas enfermas, a veces incluso con la sociedad. Pero eso tenemos que aprenderlo a golpes. Si tienes interés y buenos maestros es posible que llegues a lecturas y materiales que te ayuden a comprender un poco más. Si no, puedes terminar por pensar que todos los mitos y creencias sobre las personas, la sociedad y los enfermos que pululan en la cultura médica son ciertos. Y así nos va.
En las facultades se considera un sacrilegio quitar tiempo a la bioquímica para aprender antropología y sociología. Pero, si llegas a ser médica clínica (le ocurrirá a la mayoría) necesitarás más de los conocimientos de la antropología y la sociología que los de la bioquímica. Tal vez haya que reponderar el peso de las asignaturas. A no ser que el fin de los estudios de medicina no sea tener médicos sino científicos de laboratorio.
En fin , solo son pensamientos de mañana de domingo.