Una cuestión de poder…y de su ejercicio

Bryan Turner es un sociólogo cuya principal área de investigación es la sociología de la religión. He tenido la oportunidad de acercarme a sus escritos para hacer un ensayo sobre «corporalidad y religión» en el mundo contemporáneo. Entre sus trabajos figuran varios que analizan la relación entre el cuerpo y la religión, y entre la sociología de la religión y la sociología de la medicina. Teniendo en cuenta las recientes noticias que nos rodean y nos bombardean desde los medios de comunicación, creo que cabe recordar algunos de los temas que ha trabajado.

En «La religión como control social», un capítulo del libro La religión y la teoría socialanaliza cómo la religión ha tenido siempre un papel fundamental en el control de la propiedad y, como parte de esto, ha ejercido su papel en el control de la sexualidad y de la educación sobre la sexualidad. Así es mucho más fácil controlar a las mujeres. Las mujeres forman parte, para la teoría materialista, de los elementos fundamentales en las políticas de transmisión de la propiedad privada, puesto que el control de la descendencia es lo que permite mantener las propiedades bajo un determinado control familiar. Por ello, el control de la sexualidad de las mujeres se convirtió en materia de política pública (y la política pública siempre fue materia de la religión).

Por otro lado, existe una oposición entre lo racional y lo irracional. La religión promete un mundo ordenado y racional; el sexo se opone a esta racionalidad, las emociones y el comportamiento sexual no son racionales, por ello deben ser controlados. Existen a lo largo de la historia múltiples ejemplos de cómo se negó el valor de la mujeres, considerándolas inferiores. Estos análisis de Turner nos permiten atisbar el porqué del interés de la religión (y de muchos grupos políticos) por controlar la sexualidad.

Pero el problema del control social del cuerpo no termina ahí. Otro de los aspectos que Turner trata es el modo en que la salud se convirtió en un valor religioso interno. Comportamientos como el control de la dieta empezaron siendo una recomendación/mandato religioso (puesto que la sobriedad en el comer era grata a Dios) y terminaron siendo asumidas por la medicina. En el siglo XIX se consideraba que el cuidado de la salud era un deber cristiano.

Analiza también la historia de la histeria, y otras. En conjunto, su conclusión es que los hombres controlaban la sexualidad femenina por medio de doctrinas medicoreligiosas, con obejto de que se pudiera organizar la transmisión de la propiedad de padre a hijo.

Viñeta de El Roto (El PAis 23/04/2013): Como no creeis en los pecados, los convertiremos en delitosPero esto está superado en el siglo XXI ¿o tal vez no? La historia pasada, ¿pasada?, está llena de ejemplos en los que las mujeres fueron consideradas inferiores, incapaces de pensar por sí mismas. Y si pensaban eran consideradas brujas, endemoniadas o herejes (como ocurría en la Edad Media). Hubo incluso un concilio en la Iglesia para decidir si las mujeres tenían alma. Luego se plantearon que las mujeres no deberían votar, porque eran incapaces de pensar por sí mismas, y votarían lo que su marido dijera. Más adelante, en nuestra historia no tan pasada, necesitaban del permiso del marido para trabajar, para tener una cuentra corrientes, para viajar al extranjero. Y ahora, necesitaremos el permiso de los médicos y del gobierno para decidir si seguimos o no adelante con un embarazo. Porque las mujeres no somos capaces, en la mente de este gobierno y sus seguidores, y de su principal valedora, la iglesia católica, de tomar nuestras propias decisiones morales. Por ello, para evitar nuestra perdición, nos van a evitar tener que decidir sobre asuntos tan complejos.

B. Turner, en otros libros, como The Body and The Society y en Regulating bodies: Essays in Medical Sociology, profundiza en las relaciones que hay entre el control del cuerpo por parte de la religión y la medicina. También analiza el modo en que Foucault presenta el poder de la medicina sobre los individuos. Tras haber leído solamente algunas noticias relativas a la propuesta de nueva ley del aborto, lo que me sugiere, con estas lecturas tan recientes, es que el gobierno simplemente ha dicho: «mujeres, no sois capaces para tomar decisiones de transcendencia moral«, y como no quedaría bien (ante la opinión pública) que fuera el cura el que decidiera quién puede y quién no puede abortar, vamos a trasladar ese poder a los médicos (que ellos seguro que saben lo que es bueno para todos). Y por si acaso algún médico sique creyendo en eso de la autonomía de los pacientes (y tal vez también de las mujeres) para tomar decisiones sobre su cuerpo, les ataremos las manos lo suficiente.

Así, los médicos decidirán qué  riesgo puede  (y debe) correr la madre (físico o psicológico) en su  vida (sin tener que consideran los valores propios de la mujer afectada) con un embarazo. También decidirán que familia deberá abandonar cualquier otra tarea (incluso el cuidado de otros hijos) para dedicarse en cuerpo y alma a un niño con severas limitaciones (eso sí, sin ayudas públicas, que nadie la obligó a quedarse embarazada, e incluso sin acceso a recursos educativos, recortados, o sanitarios, también recortados). Porque no podemos dejar que las mujeres tomen esas decisiones. Al fin y al cabo, «solo los médicos sabemos lo que es bueno para todos» (¡cómo me recuerda ésto a un discurso religiosos!).

Esto no es un alegato a favor del aborto, como muchos pensarán (porque solo pueden pensar en términos de ángeles y demonios), sino un alegato a favor de que cada mujer pueda libremente tomar la decisión que, en sus circunstancias concretas y en su contexto, con sus valores, con sus creencias, considere más adecuada. Y que, a mí, como médica, solo que corresponda hacer lo que hago con el resto de los pacientes, acompañarlas en su decisión, cuidarlas en sus enfermedades y apoyarlas en sus problemas, respetando profundamente sus decisiones. Por que yo no puedo saber qué decisión tomaría si estuviera exactamente en las mismas condiciones.

Por cierto, si alguien quiere profundizar en las enormes contradicciones que hay en los argumentos a favor de la prohibición y de la permisividad en el aborto, le recomiendo leer a Peter Singer (Repensar la vida y la muerte). En el fondo, lo que no podemos es convertir en dogmas (religiosos, científicos, etc.) lo que son consensos (en demasiadas ocasiones, consensos de grupos de profesionales o ideológicos), y por eso, es una decisión que debe dejarse a la conciencia individual de cada uno/a.

2 respuestas a «Una cuestión de poder…y de su ejercicio»

  1. Tras leer y releer este texto me pregunto que si, con lo claro que lo has expuesto, ¿es tan difícil de entender para los que legislan?. ¿qué intereses mueven a volver al pasado más terrible para las mujeres?. Es increible, no por bueno, vivir este momento.

    1. Por desgracia llevamos una «mochila cultural» llena de creencias y costumbres que damos por verdaderas sin plantearnos profundamente sus orígenes. Y en ese sentido, el ejercicio de poder sobre las mujeres es constante en nuestra historia social.

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