Testigos

Las médicas (y los médicos) somos testigos de la vida y de la muerte. Por las especiales características de la relación, las médicas de familia somos, o podemos ser, en mayor medida que otras especialidades, testigos de la vida completa de nuestros pacientes.

Testigos del miedo del diagnóstico que es

Testigos de la alegría del diagnóstico que no fue

Testigos del dolor de la pérdida, del dolor del cuerpo y del dolor del alma

Testigos del terror de las agresiones calladas, ocultadas, no reconocidas

Testigos de la angustia del acoso personal, laboral, vital.

Testigos de las lágrimas por no poder ayudar al ser querido

Testigos de la ansiedad de no ser quien quiero y quien quieren los demás

Testigos de la soledad

Testigos del amor y el cuidado

Testigos del abandono y la desidia

Somos testigos: en lo íntimo y en lo público

Ser testigo implica asumir la responsabilidad de qué hacer con nuestro testimonio.

Para ser testigo hay que estar presente: ver, oír, escuchar, recordar y aceptar la carga que supone.

¿Se puede ser médica sin aceptar ser testigo?

¿Cómo sobrevivir a ser testigo de miles de situaciones que no puedes arreglar, a veces ni puedes testimoniar sobre ellas?

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