“La vocasión es un masibón”*

*frase de autor desconocido (por mí) que rula por tuister y casi se ha convertido, de tanto repetirla, en un lema de acción.

Esta es una entrada de preguntas, porque solo desde las preguntas es posible volver a pensar. Preguntas con interrogantes, sin interrogantes, pero preguntas. Es decir, ideas que no responden ni solucionan nada. En esta recopilación de preguntas, algunas serán adecuadas y otras inadecuadas, unas ayudarán a avanzar y otras solo a entrar en una espiral de no-respuestas. Un borrador o “un texto-en-construcción” porque es un texto que no creo que pueda dar por terminado nunca.

La “vocación es la lacra de la medicina”, “nos explotan por culpa de la vocación”, “sin vocación estaríamos mejor”, “la medicina solo es un trabajo, como cualquier otro”…

¿Qué es la vocación?

Desde la simple definición del DRAE (acepción 3) a los sesudos artículos que la filosofía les dedica el rango de opciones de significado es amplio (dejando de lado el sentido religioso, que no es el que nos ocupa). Al debate y comprensión del término en los seis años de estudio del grado de medicina en España se le dedica la frívola cantidad de ¿0 horas? Un concepto que modela el sentido o sinsentido de la profesión. Como el valor, se supone su presencia, aunque no se sepa qué es. Pero claro, no es pregunta MIR. Y ya sabemos que las cosas importantes siempre se preguntan el MIR.

Personalmente me atrae la idea de vocación como “dadora de sentido”. Como ser humano, tengo la necesidad de “significado”, “sentido” en la vida. Algo que va más allá de la simple supervivencia, que lleva a trascender lo material y a pensar que la vida merece la pena, que no es un simple mecanismo de producción material.

¿La explotación laboral es culpa de la vocación? Es difícil abstraerse de la costumbre de pensar en modo “causa-efecto lineal” porque el pensamiento científico clásico impone, sin que lo notemos, esa dinámica de pensamiento en los médicos y médicas. Si hay un problema, hay una causa, si quitamos la causa, desaparece el efecto (la teoría de la “bala mágica” ha hecho mucho daño). Por tanto, si la vocación es el origen de la explotación, nos la cargamos, vamos a trabajar solo por el dinero. Y se acabo la explotación. ¿Sencillo, no?

Bueno, entonces, ¿los trabajadores no vocacionales no sufren explotación laboral? Porque la explotación laboral solo impacta en quien siente “vocación”. No sé, mirando alrededor, veo cada vez más explotación laboral en todos los estamentos, clases (trabajadores y no trabajadores, por cierto, porque la autoexplotación está a la orden del día), actividades, modos de empleo… ¿a los repartidores de la bicicleta los explotan porque son altamente vocacionales?

¿Y si fuera al revés?¿Y si la explotación necesita de la pérdida de sentido y es la pérdida de la vocación la que permite la explotación laboral en medicina?¿Y si no tuviera nada que ver? Y si la relación fuera simplemente una variable de confusión. ¿Cambiar la “vocación” por la “búsqueda del rendimiento económico” evita la explotación o simplemente evita el malestar de sentirse explotado?

¿No es la “búsqueda del rendimiento monetario” en sí mismo un tipo de vocación? Si la vocación implica “sentido y significado de lo que elijo hacer”, si el sentido es “ganar dinero” no deja de ser una vocación. En ese camino, elegir medicina es solamente el proceso instrumental que me lleva a cumplir con mi vocación, la de “tener dinero”.

¿La explotación en medicina es consecuencia de la vocación y solamente externa?¿Qué decimos de los residentes, que solo recientemente han adquirido derechos laborales, cuando se les acusa de flojos porque “yo” no libraba, me quedaba por las tardes y no tenía otra vida que el trabajo?¿Esas guardias en la que el adjunto estudiaba, dormía y cobraba porque el residente ni se atrevía a molestarlo, fuera cual fuera la duda?¿Quién tenía la vocación en esa situación? La vocación de aprovecharse del otro, claro.

¿La vocación es la causa de la explotación laboral por parte de los servicios de salud? ¿El discurso de las guardias es el único discurso de la medicina?¿Están silenciados todos los que no hacen guardias?¿Las guardias son una actividad que se paga aparte del sueldo?¿Un trabajo pagado por horas?El que paga no quiere pagar horas vacías, el que cobra no opina igual. El que usa piensa que si te pagan para eso estás. ¿Ha perdido sentido el concepto “guardia” igual que ha perdido sentido el concepto “vocación”?Sin sentido, ¿Qué queda?¿la mercantilización del tiempo que nos convierte en objetos de producción?

El relato centrado en las guardias (que yo personalmente odio con toda el alma que no tengo) centra la medicina en la mercantilización, en la uberización, en el sentido de ganar solo si produces y no pagar las horas muertas. Esa obsesión de los gestores de lo público, copiado de los gestores de lo privado, que presupone que “no estar atendiendo un paciente de carne y hueso” es un “no hacer nada”, porque “pensar” está sobrevalorado, lo importante es “actuar”. ¿Tiene este pensamiento algo que ver con la idealización de la urgencia como la apoteosis del trabajo de un médico? Sacar una urgencia adelante es “salvar una vida”, en urgencias se hace realmente el trabajo más importante, porque se hace en el momento más crítico, pero las urgencias, tal y como funcionan, se han convertido en el lugar donde el actuar está por encima de todo. En los servicios de urgencias no se deja tiempo para pensar. Los turnos se suceden sin interrupción, hasta aquí llegó (se acabó mi turno), esto te dejo, tú lo continúas, una y otra vez…Lo más parecido a una cadena de montaje. Porque incluso en atención primaria, con todo el sobretrabajo que hay, tienes la percepción de que tienes que terminar tú lo que has empezado (aunque no siempre puedas). No pasa a otro, no pierdes el sentido de artesanía que empieza y termina su tarea.

¿No será que la explotación neocapitalista necesita urgentemente la pérdida de sentido, la renuncia a la vocación, para disponer totalmente de la medicina como industria y a sus profesionales como objetos de producción? Es decir, ¿el discurso de la renuncia a la vocación es, sin saberlo, un discurso de renuncia a nuestro ser humanos? Sin sentir sentido y significado ¿qué queda a nuestra actividad?¿Es solo un trabajo? Del “solo el trabajo da sentido a mi vida” a un “solo un trabajo sin sentido”. Que no es necesario el trabajo para dar sentido a la vida. Pero, si dedicas una parte importante de tu vida a una actividad (aprendizaje, entrenamiento, práctica), ¿tiene sentido que no tenga sentido?¿no es una pérdida, un ir atrás?¿Qué tiempo queda para crear sentido?¿cómo se tolera el contacto diario con el sufrimiento si no tiene sentido? Sin vocación ¿Es más fácil pasar del otro sufriente y verlo solo como una actividad, una acción, un modo de ganar dinero?¿Quién gana?¿Quién pierde? ¿No le viene bien al neocapitalismo de producción sanitaria que los médicos no vean en el paciente a un ser sufriente sino solo a una fuente de ingresos?

¿Por qué la vocación se ve como un problema para la dignidad laboral?¿No es realmente el mejor acicate a la búsqueda de mejores condiciones de trabajo?¿No es sentir sentido lo que nos llevaría a pedir condiciones que permitan el sentido?¿Y si la renuncia a la vocación es el culmen de la destrucción de la medicina como actividad humana significante y el inicio de la medicina como exclusivamente como fábrica de dinero? Sin vocación y con mejor sueldo ¿no estamos expuestos también a la explotación?

¿Es la vocación lo que permite a otros explotarnos?¿Es sentirnos seres humanos lo que permite a otros que aprovecharse de nosotros?¿Qué nos queda si renunciamos a ese sentido humano de buscar significado en la vida?

A lo largo de mi vida he tenido una relación conflictiva con la vocación aplicada la medicina. Un tira y afloja, un “dos pasos pa’alante, dos pasos pa’trás, da la media vuelta y vamos a empezar” (un “pasacatre”, vamos). Por eso no tengo respuestas, solo muchas preguntas. Y me preocupa que la única respuesta sea la renuncia. Renunciar a la vocación en los términos en que se plantea es una renuncia a la misma reflexión sobre la vocación, una renuncia a la reflexión sobre le sentido de ser y hacer. Y, por tanto, es una decisión de abrazar una medicina sin significado, una mera actividad de producción de rendimientos económicos (eso es mayormente el trabajo capitalista). Los artesanos renunciaron al sentido de la producción de las piezas únicas para integrarse en la cadenas de producción industrial que les permitían tener dinero para una vida que era más hipotética que vivida. ¿Las médicas renunciaremos al sentido para hacer lo mismo? ¿No es más lógico que lo que hacemos tenga sentido por sí mismo (y esto no implica renunciar a salarios y vidas dignas)?

Del “mi única vida es la medicina” de nuestros antiguos profesores (que ni tiempo a su familia dedicaban, porque era un actividad sin valor), a “mi vida solo es vida cuando no estoy en la medicina” (en el horario extralaboral), ¿no existen formas intermedias de pensarnos? No sé, los y las médicas más felices (si la felicidad se puede percibir de alguna manera) que conozco son las que encuentran sentido dentro y fuera, a pesar de las dificultades.

¿Y si la vocación se hubiera convertido en un sistema de autoexplotación, al estilo de la que presenta Byung-Chul Han en sus escritos sobre la psicopolítica, la sociedad del cansancio, etc.? ¿Y si reconocer que la explotación en medicina ha sido tradicionalmente autoexplotación y ausencia de sentido de cuidar (a uno mismo y a otros) fuera demasiado disruptivo y la vocación sirve como chivo expiatorio?¿La vocación es compatible con la autoexplotación? ¿O es que el pensamiento de hacer algo por un motivo diferente del dinero es tan contracultural en la sociedad neocapitalista que necesitamos destruir cualquier concepto relacionado?¿Vocación significa “trabajar sin salario” o es más parecido a “trabajar sin sentido pero que te paguen por ello” o sea, “trabajar para otros, los dueños del proceso”?¿Es más fácil comprar cuerpos que “almas” y por eso hay un proceso de destrucción de “almas” (palabra para resumir el sentido y significado de ser, no elemento etéreo de índole religioso-filosófico)?

Continuará… porque no es posible cerrar esta reflexión de ninguna manera.¿Tal vez el único modo de cerrarlo es precisamente negar la vocación?Una vez negada, no queda nada sobre lo que pensar. ¿Tal vez esa sea la intención: negarnos la posibilidad de pensar en lo que somos, lo que hacemos, y sus porqués?

En fin, si has llegado hasta aquí, gracias, y mis más sinceras disculpas por dejarte sin respuestas y tal vez, con desasosiego.

3 respuestas a «“La vocasión es un masibón”*»

  1. Hola Mariola, siempre es un gustazo leerte. Creo que en la formación médica (tanto pregrado como postgrado) hay una llamativa falta de espacios para la reflexión. Yo he encontrado ese espacio al parar unos meses para cuidar.

    Nunca me he considerado una médica vocacional. Si tengo alguna pasión es, acaso, la docencia. Pero en los últimos meses he empezado a pensar que seguramente la vocación sea un paraguas frente a los aspectos negativos de nuestro oficio. Tanto aquellos que podrían ser de otro modo, como las incontables horas de trabajo, como los que no, como el sentimiento de culpa por lo que se pudo haber hecho de otro modo o la vivencia diaria del sufrimiento humano. Lo que ya no tengo tan claro es cómo surge esa vocación, aunque sí las formas de organizar el sistema que contribuyen a su debilitamiento.

    Muchas gracias por tus generosas reflexiones. Un saludo desde Navarra.

    1. Gracias por el comentario. Precisamente es eso que comentas lo que yo echo en falta, el espacio-tiempo para reflexionar. No sé si la vocación es necesaria o no, imprescindible o no. Supongo que depende del significado que tenga la palabra para cada uno. Creo que es necesario que tenga sentido/significado para uno mismo. O se vuelve un trabajo muy agotador. ¿Es pasión?¿es gusto?¿es ser capaz de sentir que vale la pena el dolor compartido cada día con los pacientes? El miedo, la incertidumbre, las dudas sobre las decisiones tomadas cada día, cómo bien dices, son más difíciles de cargar a los hombros si no hay un cierto sentido de ¿vocación?
      Yo he pasado por miles de etapas, por eso no tengo respuestas. Tampoco creo que las haya. Como la vida, las construyes en cada momento y etapa de tu vida.
      Dedicar tiempo a la reflexión sobre qué es “ser médica” es algo que debería fomentarse desde la universidad y hasta la jubilación. Forma parte de lo que entendemos por profesionalismo (esa reflexión también sobre la diferencia de ser “profesional” y ser “trabajador”). Pero se necesita renunciar a algo para disponer de ese tiempo: menos bioquímica, menos fisiología, menos conocimiento enciclopédico, en algún sitio hay que dejar de hacer, de actuar, para empezar a pensar, a reflexionar. Pero no veo mucha intención en los responsables académicos. Como en la práctica clínica, no hay sentido de equipo para un objetivo común, sino un “lo mío” es lo importante.
      Gracias, de nuevo, pensar es una actividad colaborativa, se piensa y reflexiona mejor en conversación con otros.
      Abrazos

      1. En la universidad pública de mi comunidad hay un club de lectura de ciencias de la salud. Nunca he estado pero tiene buena pinta y algún día igual me acerco. El inconveniente que le veo es que esas actividades al final llegan a la gente que ya viene motivada de casa. Y el currículo oculto al que estamos expuestos desde el inicio de nuestra formación (e incluso antes) va en otra dirección. Sería necesario integrar esta formación en el programa oficial del grado. Hay que hacer una reforma y que el grado deje de ser simplemente la antesala del MIR.

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