Después de dos meses de silencio (OPE mediante y convalescencia posterior) reinicio de nuevo mi actividad en este blog. En estos dos meses han aparecido muchos temas de interés sobre los que me hubiera gustado escribir, pero el tiempo no daba para más. Algunos los retomaré ahora, tal vez por ser temas recurrentes de esos que no caducan. Aquí va el primero.
En abril una noticia sacudió las noticias de los ambientes médicos. El Consejo General de Médicos renovó parte de sus miembros. Y he aquí que se da la noticia: en el cuadro de renovaciones aparece la primera mujer en la historia de este consejo, la Dra. Mónica Terán. Por supuesto llovieron las felicitaciones a esta profesional que ha conseguido ser pionera. Pero…no he visto una sola nota crítica sobre el tema (tal vez se deba a mi escaso tiempo para leer en esas fechas).
Parece no resultar vergonzoso que hayamos necesitado llegar al año 2014 para que una muejr entre en el Consejo General de Médicos. Tal vez sería lógico pensar eso si solo el 10% de los colegiados fueran mujeres, o si la mujer se hubiera incorporado a la profesión médica en los últimos 20 años. Pero resulta que no es así. La primera mujer licenciada en medicina lo fue en el siglo XIX, Dolors Aleu Riera. El porcentaje de médicas colegiadas era del 46.9% en el año 2012, según el INE.
Parece que la profesión médica no quiere o no puede darse cuenta de la presencia irremediable de la mujer en su seno (los pacientes no tienen problema con ello). Continuamos refiriéndonos a la mujer que ejerce la medicina como mujer médico y no como médica (aunque la Fundeu lo deja claro). El lenguaje no es inocente ni objetivo. La cultura en la que vivimos asocia lo masculino al poder y lo público y lo femenino a lo privado, la intimidad y la ausencia de poder. Por eso somos tan renuentes a usar el sustantivo femenino. El miedo a que la profesión médica se vea disminuida por ello subyace en las opiniones de muchos profesionales (ya sabeis, corre el rumor de que la feminización de una profesión hace perder prestigio social).
Propongo que el Consejo General de Médicos cambie su nombre y se transforme en Consejo General de Médicos y Médicas. Así tal vez, la foto en la que solo aparece una mujer resulte un poco más escandalosa.