Medicina Narrativa en el centro de salud.

El lunes me llamó el responsable de formación de mi centro. Me falla el ponente de la sesión de mañana, ¿tienes algo para presentar?. Ni que decir que no es la primera vez que funciono como comodín. Tengo una sesión de medicina narrativa, ¿te sirve?. Y allá que me fui yo con mi sesión de medicina narrativa, a probar algo diferente con mis compañeros.

Quince días antes ya había organziado una sesión de medicina narrativa, pero solo para un grupo pequeño, de 9 personas. La sesión era una actividad del curso de formación en medicina narrativa que estoy haciendo. Fue una experiencia alucinante, pero todo estaba a favor: muchas semanas preparándolo, grupo muy pequeño, tiempo para que todos hablaran y compartieran.

Esta vez era diferente. Todo el equipo (más de 40 personas), que entran y salen por cuestiones de trabajo, no advertidas previamente del tema, acostumbradas a sesiones en las que los espectadores asisten pasivamente a una exposición, sesiones que no durán más de 30 minutos. Me armé de un texto increible: Nochebuena, de Eduardo Galeano (El libro de los abrazos), que ya había trabajado como parte del curso Narrative Medicine Methods: Close Reading and Writing. Saqué fotocopias para todos.

Un minuto para explicar la dinámica y resumir la definición de medicina narrativa. Lectura del texto, compartir la lectura en grupo pequeño (3-4 personas), compartir voluntariamente con el resto la lectura realizada y las reflexiones posteriores al trabajo en grupo pequeño; escritura en pocos minutos de un texto a partir de una sugerencia (un título); compartir con los compañeros el texto, con lectura atenta de los compañeros; compartir voluntariamente con el grupo grande el texto. Conclusiones y reflexiones finales. Pocos se fueron antes de la hora de sesión.

La experiencia fue intensa. Algún compañero me contó que estuvo a punto de irse al principio de tan extraña sesión, pero que había valido la pena quedarse; otros refirieron al día siguiente que aún estaban rumiando el texto; varios me pidieron repetir la experiencia; otros me contaron que habían disfrutado. En fin, sin hacer una evaluación formal, parece que una experiencia nueva, como fue ésta, dejó buena impronta en los asistentes.

Los temas que salieron a la palestra en las diferentes reflexiones no fueron menores: la multitud de perspectivas al enfrentar una historia, la importancia de conocer dónde nos situamos al leer/escuchar una historia, el papel de nuestra imaginación al prever la continuación de la historia, la profundidad de las reflexiones de los compañeros, la intensidad de algunos textos, el reconocimiento del otro.

La sesión me deja la esperanza de ver que el equipo tiene mucho guardado y que es capaz de compartirlo. Y me anima a continuar utilizando esta técnica para contribuir a un cambio interno.

2 respuestas a «Medicina Narrativa en el centro de salud.»

  1. Estimada la felicito por la iniciativa y el método . Soy Pamela Jofre y trabajo en la Universidad de Valparaíso con la Medicina Narrativa . Cuando quiera intercambiamos experiencias .
    Saludos

    1. Será un placer. Es tiempo de que creemos redes de medicina narrativa en el mundo hispanohablante.
      Gracias por leerme.
      Mariola

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