En mi bolso cabe todo…

Carátula del libro La bolsa de ficción de Úrsula Le Guin

La teoría de la bolsa de ficción (publicada por la Editorial Rara Avis) es un pequeño ensayo de Úrsula Le Guin. Una de esas perlas de sabiduría, breves, pero intensas, que sigues degustando, rumiando y regurgitando toda la vida, pensando ¡claro! ¡Está clarísimo! ¡Cuánta razón! ¿Cómo no se me ocurrió a mí?

Además incluye, de regalo, un ensayo introductorio de Donna Haraway.

Ursula Le Guin es una ensayista y escritora de obras de ficción espectaculares. Yo me encontré con ella a través de El mago de Terramar. Una historia deliciosa e intrigante que narra la vida de un niño que fue mago, o un mago que fue niño. En medio de la historia se desvelan acontecimientos y situaciones que bien pueden servir para reflexionar sobre la vida real.

Pero vayamos a este ensayo. En él la autora confronta la forma tradicional de construir el relato (somos narraciones) con una forma diferente. En la tradicional, lo que se narra es fundamentalmente el viaje del héroe. Una narración secuencial, en la que ocurre un conflicto, y un héroe resuelve la trama. Hechos excepcionales, extraños, peligrosos… Como bien cuenta, en el día a día no suelen ocurrir esas cosas. En el esquema tradicional es imposible convertir en cuento las vicisitudes de cada día, que quedan in-narradas, silenciadas. Y son esas vidas las que normalmente tenemos las mujeres y los nadie.

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Desnudos al mundo

Lanzamos a los recién graduados en medicina desnudos al mundo.

  • Desnudos porque han aprendido que siempre hay una y solo una respuesta correcta a cada pregunta y nadie les ha contado que todo “depende”.
  • Desnudos porque los hemos protegido (profesores y padres) del sufrimiento, la muerte, el dolor, invitándolos a mirar solo los “casos “despersonalizados”, interesantes, nuevos, extraños”.
  • Desnudos porque no les hemos hecho experimentar el aburrimiento de las tareas repetidas de cada día y les hemos hecho creer que este trabajo es como las series de televisión: 40 min de intensidad y heroísmo.
  • Desnudos porque les hemos repetido una y otra vez que son los mejores, la “cream-de-la-cream“, que nadie sabe más que ellos. Y con el primer paciente se dan cuenta de que cuidar es mucho más incierto que contestar test y realmente nunca sabes demasiado.
  • Desnudos porque les hemos hecho creer que ésta es una profesión de profesionales altamente comprometidos unos con otros y nadie les ha contado la de puñaladas que vuelan por los pasillos y las interconsultas.
  • Desnudos porque creen haber aprendido todos los secretos del cuerpo pero se han olvidado de que los cuerpos son solo una parte de un todo complejo.
  • Desnudos porque, en las largas jornadas de estudio compartiendo siempre con los suyos, pueden haber olvidado como estar con los otros.
  • Desnudos porque, aprendiendo a curar por encima de todo (o a destacar, casi más que lo otro) se olvidaron de cómo cuidarse.
  • Desnudos porque nadie les ha reconocido “seres humanos”, con cuerpos, miedos, esperanzas, necesidades…
  • Desnudos porque alguien les contó que esta profesión los convierte en privilegiados de la sociedad, cuando mayormente serán trabajadores como los demás (aunque con un poco más de salario).

Y cuando estás desnudo y llega el invierno, puedes morir de frío.

¿Cuándo empezaremos a darles las herramientas y habilidades para saber vestirse y abrigarse sin renunciar?

Esos enormes micromachismos invisibles

Hoy es el Día de la Mujer. Pensaba escribir una entrada (pocas escribo, la verdad) sobre la persistencia del patriarcado en medicina, o de la medicina como cultura y profesión patriarcal y machista, a pesar de una mayoría de profesionales de sexo y de género femenino.

Sin embargo, he decidido escribir sobre algo muy pequeño, tan pequeño que pasa desapercibido a los cientos de ojos que lo habrán leído, incluso a sus redactores y correctores. Pero que muestra que las intenciones, las declaraciones, los documentos no sirven de nada sin la reflexión adecuada sobre las desigualdades.

En estas semanas se ha publicado mi compatibilidad para ejercer como médica de atención primaria y como profesora asociada en la ULL. A pesar de los documentos sobre estilo de escritura del Gobierno de Canarias (ver página 108 en https://www3.gobiernodecanarias.org/noticias/wp-content/uploads/2024/12/Libro-de-estilo-del-Gobierno-de-Canarias.-Tercera-edicion_sd.pdf), del diccionario de la RAE(https://dle.rae.es/médico), del Panhispánico de Dudas de la misma institución (https://www.rae.es/dpd/médico), de la FUNDEU (https://www.fundeu.es/noticia/se-puede-y-debe-decir-la-medica-con-a/), para el BOC yo soy a la vez “médicO” y “profesorA”.

Por supuesto, también las colegas de atención hospitalaria sufren de esta misma dicotomía de sexo y género:

Eso sí, cualquier otra profesión goza de la concordancia (enfermeras profesoras, odontoestomatólogas, odontólogas. Ah, si eres psicóloga sí eres facultativA pero si eres otorrinolaringóloga eres facultativO.

A mí, médica, me enseñaron que los pequeños signos y síntomas pueden ser muy importantes a la hora de hacer un diagnóstico. Si esto no es un síntoma de la persistencia de una cultura machista y patriarcal que empapa la profesión médica y más allá, en todo lo relacionado con la medicina, tendréis que demostrármelo.

El documento del BOC es público, así que pongo el enlace: https://sede.gobiernodecanarias.org/boc/boc-a-2025-047-944.pdf

Y envío copia de esta entrada a quién sea que deba hacérselo mirar en el Gobierno de Canarias.

Testigos

Las médicas (y los médicos) somos testigos de la vida y de la muerte. Por las especiales características de la relación, las médicas de familia somos, o podemos ser, en mayor medida que otras especialidades, testigos de la vida completa de nuestros pacientes.

Testigos del miedo del diagnóstico que es

Testigos de la alegría del diagnóstico que no fue

Testigos del dolor de la pérdida, del dolor del cuerpo y del dolor del alma

Testigos del terror de las agresiones calladas, ocultadas, no reconocidas

Testigos de la angustia del acoso personal, laboral, vital.

Testigos de las lágrimas por no poder ayudar al ser querido

Testigos de la ansiedad de no ser quien quiero y quien quieren los demás

Testigos de la soledad

Testigos del amor y el cuidado

Testigos del abandono y la desidia

Somos testigos: en lo íntimo y en lo público

Ser testigo implica asumir la responsabilidad de qué hacer con nuestro testimonio.

Para ser testigo hay que estar presente: ver, oír, escuchar, recordar y aceptar la carga que supone.

¿Se puede ser médica sin aceptar ser testigo?

¿Cómo sobrevivir a ser testigo de miles de situaciones que no puedes arreglar, a veces ni puedes testimoniar sobre ellas?

Delirios de AP

  • Mamá, necesito unos zapatos nuevos, estos ya están rotos.
  • Claro, claro, lo sé. En cuanto pueda, los compro. ¿Qué número llevas?
  • El 36, mamá
  • (1 año después)
  • Hija, aquí tienes los zapatos, ¿del 36, verdad?
  • No mami, eso era el año pasado, este año ya llevo el 38

Absurdo, ¿verdad?

Hace más de dos décadas un movimiento atravesó la atención primaria española: 10 minutos, ¡qué menos!

Un movimiento por la dignidad de la atención a nuestros pacientes. Un movimiento que pedía poder dedicar un tiempo suficiente, un tiempo que permitiera una atención adecuada.

Veinte años más tarde, algunos ya tenemos esos 10 minutos por paciente. Pero el pie ya no cabe en los 10 minutos. Como el zapato, tenemos la talla correcta pero demasiado tarde.

Los pacientes del año 2024 no son los del 2000. La información que manejamos, absorbemos, leemos, consultamos, integramos en el 2024 no es la del 2000 (sin ordenadores, internet en las consultas, menos diagnósticos, menos pruebas…). Las técnicas, pruebas y tratamientos que tenemos a nuestra disposición en 2024 no son las del 2000 (en que incluso a insulinizar estaba mal visto por los “especialistas”).

Vamos con retraso. No podemos pensarnos hoy con las necesidades de ayer.

Si no somos capaces de imaginarnos una forma de trabajar, de atender, de hacer medicina, adecuada para ahora y después, poco futuro tendremos. Imaginar cómo hacer real la medicina de familia para el año 2025, 2035, 2045. Imaginar que queremos para luego poder conseguirlo. Sin imaginación no hay futuro.

Si un artista no imagina su obra no puede construirla, crearla, hacerla tangible. Si nosotros no somos capaces de imaginar nuestra consulta, ¿qué vamos a crear?

Mirar es una elección

Imagen de brgfx en Freepik

“Si tu ojo derecho te hace pecar, arráncatelo…” o algo parecido recuerdo de haber leído en algún evangelio (perdónenme los puristas). La mirada no es inocente. La metáfora que nos recuerda que el problema puede no estar en el objeto observado, sino en el sujeto que observa.

Ver es un acto complejo. Los que hemos estudiado biología humana hemos estudiado el modo en que el ojo recrea las ondas lumínicas en la retina y envía esa información al cerebro, donde le damos la forma en que realmente percibimos. Recuerdo estudiar conceptos básicos sobre el modo en que el cerebro identificaba diferentes hechos (movimiento, líneas, etc)

A muchos, demasiados nos han contado, a lo largo de los años, que lo que miramos, lo vemos y es lo que es. Es dificil aceptar que aquello que dibujan nuestros ojos no es exactamente lo que creemos que es. Que hay una voluntad, muchas veces involuntaria, que cambia lo visto. Vemos a través de filtros. Filtros creados por nuestra cultura, nuestra formación, nuestras lecturas. Mirar no es una actividad de los ojos, es una actividad cerebral. Mirar no es solo ver colores, líneas y formas. Mirar es otorgar significado a lo que vemos.

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Cuestión de fronteras (todólogos versus cachitólogos)

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Esta no es una entrada sobre política (aunque realmente todo es política); es una reflexión sobre SER médica de familia. Es una reflexión sobre la diferencia entre dedicarse a la todología o a la cachitología. Y sobre tendencia innata de todo todólogo hacia la cachitología.

Hace poco surgió un debate en un grupo de profesionales del que formo parte. El centro del debate era la cantidad de tiempo que debía dedicar un profesional (médico/a de familia o MIR) para aprender una nueva técnica. Los docentes, con amplia formación y experiencia sienten que nunca es suficiente. Otros simplemente aportaban los criterios que se marcan para la formación (criterios para aprobar la formación). El debate está servido.

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Definir es un acto político

Creada a partir de la combinación de
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Definir es limitar, definir es encerrar, crear fronteras, decidir qué y quién cumple y qué y quién no cumple, quién está dentro y quien fuera, quién es nos-otros y quién es los-otros.

La decisión de definir es política, nace del consenso o del poder. La ciencia pueda aportar información ( a veces es la única fuente de información que se usa), pero la definición no es ciencia. En ciencia, las definiciones vienen antes del experimento y son imprescindibles para saber los límites del experimento. En nuestras definiciones entran en juego categorías morales, experiencias, derechos humanos, capacidad de financiación, preferencias sociales, etc.

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Mi mundo, tu mundo, nuestro mundo…¿qué mundo?

He vuelto a Twitter (X, digo, pero también sigo llamando “cortado condensada” al moderno “café bombón”). Y, lo que leo, lo que veo (lo que me muestra, realmente) ha disparado una idea en mi cabeza.

Como es más fácil explicar(me) si la escribo y si la dibujo (mal, pero ¿qué se le va a hacer?), aquí está mi reflexión.

Todos miramos el mundo a través de una ventana acristalada con marco:

Mi esquema cutre (fabricado en FreeForm con sus recursos y con una Imagen de freepik
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REFLEXIÓN BREVE

¿Queremos que nuestros hijos sean los mejores del mundo en que les ha tocado vivir o que vivan en el mejor mundo posible que podamos (junto con ellos) construir? Porque no es lo mismo.

Educarlos para ser los «mejores» no es lo mismo que educarlos para que sean parte de la construcción de una vida mejor (un mundo mejor) porque esto último supone, tal vez, renunciar a la idea de construir a los mejores en algo, lo que sea, competidores innatos por cualquier migaja de cualquier premio.

Educar hijos que prefieran la colaboración a la competitividad es contrario al mundo. Pero es la única manera de tener futuro para todos.

Es deprimente oír una y otra vez el modo en que se presume de «lo mío» es «lo mejor»: mi guardería, mi cole, mi equipo de fútbol, mi club de tenis, mi profe de inglés, mi seguro médico, etc. Los padres competimos continuamente usando a los niños como «deporte»: qué notas!!, qué buena es, qué guapo, que lista, si es que es de altas capacidades, si es que será una gran deportista, si es que… Y me pregunto cuánto daño podemos hacer si los lanzamos a ese pelearse por ser siempre los mejores, porque ¿qué queda después de llegar el primero?

En fin… solo es un pensamiento

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